Acá estoy
bisnieto de un vasco Navarro nacido en el Caserío Mihura del pueblito de
Zugarramurdi en medio de los Pirineos que se instaló en Gualeguay en 1840.
Fue Juan
Bautista Mihura que dejo a sus hijos (mis abuelos), mis
padres, y a nosotros mis hijos y nietos los valores del trabajo y la honradez,
como bases del progreso, el
conocimiento en busca del desarrollo y el crecimiento de la familia y su gente.
Qué otra cosa sabemos hacer los vascos
navarros si no es atropellar la vida y sus circunstancias.
La emoción de escribir sobre ellos me
hace lagrimear si hemos sido circunstancialmente duros no somos menos sensibles con lo nuestro.
Fueron
pobladores de lo incierto, la adversidad de lo desconocido la superaron con
energía propia de su raza, si en su genética es desconocida su raza es la
tenacidad.
Comenzar lo nuevo es desafío, escribir
lo que fueron los nuestros, es audacia. Y la asumo por respeto, necesidad de
dejar lo que nos dejaron. Si no lo hiciera no soy nada.
Muchas cosas que
hicieron los Mihura están documentados las historias descriptas en periódicos o
los distintos medios, no es mi intención desarrollar.
Solo quiero
describir lo que me tocó vivir, lo que me marco en forma indeleble en mi vida,
para bien o para mal lo dirán ustedes.
Los recuerdos se
atropellan sin tiempos son cosas que ocurren como ordenarlas ¿es necesario? no
lo sé. ¡Métele pata Tatata! dijeron
los nietos.
Acá estoy de nuevo.
Juan Juan Bautista debe haber sido un tipazo de aquellos, Gualeguay 1840 te
imaginas eso, mierda si era difícil, pero los vascos de Gualeguay no aflojaron
vaya si no aflojaron esta toda su descendencia, los describo por si lo dudan
son los Marco, Elizalde,
Laurecena, Parachu por ser primeros, después gracias a quien quieran vinieron
muchos más
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